Durante una charla organizada por los grupos Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA) del sudoeste bonaerense en Coronel Suárez, el veterinario Héctor Armendano, asesor del CREA Olavarría, analizó la posibilidad de utilizar trigo y cebada en la alimentación de bovinos.

Al comienzo de su exposición, el técnico sostuvo que, tal como ocurre con cualquier otro grano, el trigo y la cebada pueden ser utilizados en corrales de transición y de terminación, además de ofrecerse como suplemento del pastoreo.

No obstante, destacó dos diferencias sustanciales en relación con lo que aportan los granos más utilizados en los rodeos para la alimentación bovina, como son el maíz y el sorgo.

La primera cuestión está relacionada con la degradabilidad ruminal del almidón.

"Cuando el trigo o la cebada ingresan en el rumen, el almidón que contienen se degrada prácticamente en su totalidad (más del 90%), mientras que en el caso del maíz lo hace menos del 60% y menos aún en el sorgo", puntualizó el especialista.

Otra diferencia relevante es la velocidad con la que el rumen (uno de los estómagos del bovino) descompone el almidón, que en los cereales de invierno resulta mucho mayor.

"La tasa de desaparición del almidón del trigo o de la cebada en el rumen de un novillito puede ser cinco veces más rápida que la del maíz", distinguió Armendano en su exposición.

El técnico planteó que "antes de utilizar granos como la cebada y, sobre todo, el trigo, hay que tomar precauciones".

La primera es de orden práctico: es necesario hacer una "auditoría" del propio sistema de alimentación.

La segunda recomendación del veterinario tiene que ver con el aspecto nutricional: "la combinación de alta degradabilidad y una digestión rápida del animal puede provocar una acidosis que, en algunos casos, podría volverse clínica y resultar muy perjudicial para el ganado", aseguró.